Lamine Yamal volvió a pisar el césped y enseguida dejó huella. Sergio Francisco movió ficha en el lateral: entró Sergio Gómez, fresco, y en el primer uno contra uno logró contenerlo. Le duró poco. En la siguiente acción con ventaja, el defensa ya no pudo cerrarle la puerta: le ofreció el perfil derecho —su pierna menos dominante— y por ahí se escapó. Ganó el metro necesario para templar un gran centro y Lewandowski, de cabeza, firmó el 2-1.
Ese tanto certificaba otra remontada del Barcelona: van tres en siete jornadas. A los rivales se les suele dar por golpear primero, pero el equipo azulgrana vive cómodo en el apuro; conserva la calma y confía. La Real marcó en una de sus pocas llegadas del primer acto. Odriozola, que no iba a ser titular y entró por la lesión de Aramburu en el calentamiento, aprovechó la ocasión a lo grande tras un envío de Barrene, ganador del duelo ante Koundé y autor de un centro magnífico. El atacante donostiarra cuajó un partidazo: el más punzante arriba y generoso en la vuelta. Koundé, por su parte, vivió una noche rara: sufrió atrás, pero igualó el choque con un cabezazo impecable a la salida de un córner servido por Rashford. La Real reclamó saque de puerta en lugar de esquina, pero el VAR no revisa ese tipo de acciones. Más tarde, una pérdida del francés estuvo a punto de costar el 2-2: se entretuvo, le robaron y Kubo estrelló el balón en el larguero pasada la hora y veinte.
El Barça no cerró el partido con holgura. Aun así, pudo ampliar la renta en una transición quirúrgica: De Jong aceleró para Lamine, carrera y centro al segundo palo, dejada de Ferran atrás… y Lewandowski, que suele embocarlas 99 de cada 100, esta vez la cruzó de más.
Hasta la irrupción de Lamine, el «9» había vivido incómodo: pocos espacios y un plan de la Real muy claro. Los de Imanol permitían conducir a los centrales sin gran presión, pero blindaban líneas de pase. En esa mediapunta aparecieron receptores poco habituales: por un lado, el joven Dro, talento de 17 años en su debut oficial, con destellos de clase pero aún falto de físico; por otro, Rooney en la derecha, más atrevido que preciso, otra solución de urgencia con la enfermería llena. La Real defendió de lujo y aprovechó la que tuvo; aun así, Remiro se multiplicó. Sin ser una primera parte brillante, el Barça generó tres ocasiones nítidas: una jugada de pizarra en córner con disparo de Rashford que sacó el meta con reflejos; un casi autogol de Zubeldia desviado por una estirada enorme; y un tiro de Rooney que Remiro desvió abajo.
El cabezazo de Koundé dio oxígeno y la entrada de Lamine Yamal terminó por activar al equipo y al estadio. Tiene ese efecto el chico de 18 años: su sola presencia enciende el ritmo. Con un De Jong imperial y un Pedri siempre participativo, llegaron los mejores minutos azulgranas. Faltó el gol de la tranquilidad y por eso tocó sufrir hasta el final. Flick volvió a rotar la pareja de centrales —parece que será la tónica de la temporada— y tanto Christensen como Araujo respondieron con atención máxima. Regresó Lamine, fue determinante y el Barça se llevó un triunfo que no es uno más: lo coloca al frente de LaLiga.