
El Ramón Sánchez-Pizjuán, ese coliseo andaluz que ha visto glorias y sombras, fue testigo ayer, 8 de noviembre de 2025, de un triunfo sufrido pero valioso para el Sevilla FC. En la jornada 12 de LaLiga EA Sports, los hispalenses se impusieron por 1-0 al CA Osasuna, gracias a un penalti convertido por el extremo suizo Ruben Vargas en la segunda mitad. Un resultado mínimo que pone fin a tres derrotas consecutivas (ante Mallorca, Real Sociedad y Atlético de Madrid) y permite a la escuadra de Matías Almeyda sumar 16 puntos, escalando hasta la octava posición. Para los rojillos, dirigidos por Vicente Moreno, el revés les deja con 11 unidades en el decimoquinto puesto y agrava su calvario como peores visitantes de la liga, con apenas un punto fuera de El Sadar. El estadio, con unas 35.000 almas en las gradas, estalló en júbilo al final, aunque el partido no fue un recital de fútbol, sino una batalla de voluntades donde la solidez defensiva sevillista marcó la diferencia.
El contexto previo al pitido inicial ya olía a necesidad. El Sevilla, que había empezado la temporada con pie firme –incluida una histórica victoria sobre el Barcelona–, se había atascado en un bache que ponía en jaque la confianza de la plantilla. Almeyda, el técnico argentino que llegó para revolucionar el vestuario, optó por un once con toques de frescura: Nyland en la portería; una zaga compuesta por Carmona, Badé, Marcão y Pedrosa; un mediocampo con Lokonga, Sow y Saúl Ñíguez; y un ataque liderado por Lukebakio, Vargas y el debutante Peque Fernández, con Adams como referencia arriba. “Hoy jugamos por orgullo y por nuestra gente. No hay excusas”, soltó Almeyda en la rueda de prensa previa, consciente de que las bajas de Agoumé (golpe en el último partido) y una sorpresiva lesión de Azpilicueta en el sóleo –que le impidió ser titular en su regreso al Pizjuán– complicaban el panorama. El capitán, ídolo local, se quedó en la grada, ovacionado en un emotivo homenaje.
Osasuna, por su parte, llegaba con la moral de un equipo que sueña con asentarse en la élite pero tropieza en los desplazamientos. Moreno alineó un bloque aguerrido: Herrera bajo los tres palos; una defensa con Bretones, Catena, Herrando y Areso; un centro del campo con Torró, Muñoz y Moncayola; y un frente ofensivo con Rubén García, Oroz y Budimir, flanqueados por el velocidad de Tunde Akinsola. “Fuera de casa debemos ser más letales. Hoy, a morder”, declaró el valenciano en la previa. El árbitro andaluz Jesús Gil Manzano, conocido por su mano firme, prometía un duelo limpio, aunque las tensiones por el mal momento de ambos equipos siempre pueden encender la mecha.
La primera parte fue un ejercicio de paciencia que rozó el aburrimiento. El Sevilla, fiel a su estilo de posesión controlada, rondó el 58% del balón, pero le faltaba el colmillo para perforar la férrea muralla navarra. Las ocasiones fueron escasas y tímidas: en el minuto 12, un centro milimétrico de Pedrosa encontró a Lukebakio, cuyo cabezazo se marchó alto por centímetros; y en el 28, Saúl Ñíguez probó con un zapatazo desde fuera del área que Herrera desvió con el pecho. Osasuna, más vertical, apostó por contras rápidas. Rubén García, el mago pamplonés, filtró un pase a Oroz en el 19 que Badé cortó en el último instante, y Budimir exigió una parada segura de Nyland tras un pivoteo en el área (min. 35). El ritmo era bajo, con interrupciones por faltas –amarillas tempranas para Sow y Torró–, y el público sevillista empezó a impacientarse. Al descanso, 0-0, con el marcador reflejando un equilibrio estéril. “Falta intensidad arriba”, coincidían los analistas de Canal Sur, que transmitían el encuentro para más de 800.000 espectadores en Andalucía.
La reanudación trajo el despertar hispalense. Almeyda agitó el banquillo dando entrada a Ejuke por Peque para ganar velocidad en banda, y el cambio surtió efecto inmediato. El partido ganó en verticalidad: Osasuna apretó con un tiro de Moncayola que rozó el poste (min. 48), pero el Sevilla respondió con garra. En el minuto 55, llegó el momento clave. Vargas, desbordando por izquierda, fue derribado en el área por Catena en una jugada polémica –revisada por el VAR durante dos minutos eternos–. Gil Manzano señaló la pena máxima. El suizo, con pulso de acero, engañó a Herrera y clavó el balón en la escuadra: 1-0. El Pizjuán rugió; Vargas, que suma ya tres tantos en liga, corrió a la grada dedicando el gol a sus compañeros. “Es para el equipo, para romper esta racha”, dijo post-partido.
Osasuna, herido en su orgullo, se lanzó al ataque. Raúl García, el veterano eterno, tuvo la igualada en un mano a mano tras contra liderada por Akinsola (min. 62), pero Nyland voló para desviar el disparo al córner –la parada de la tarde–. Los navarros generaron más: un cabezazo de Herrando en un córner (min. 68) que Badé sacó en la línea, y un zapatazo de Oroz que se estrelló en la red lateral (min. 75). El Sevilla, sin embargo, se replegó con inteligencia. Carmona y Marcão, impecables, cortaron todo lo que olía a peligro, mientras Sow robaba balones como un poseso en el medio. Almeyda reforzó el cerrojo con la entrada de Juanlu Sánchez por Saúl, y el equipo andaluz cedió la posesión (bajó al 45%) para jugar al desgaste.
El final fue un asedio navarro en un descuento eterno de ocho minutos. Osasuna embotelló al Sevilla con faltas al borde del área y saques de esquina: Budimir remató de palomita un centro de Bretones que Nyland blocó con el cuerpo (min. 88), y Akinsola forzó una doble atajada del griego en un contraataque mal defendido (min. 92). El Sevilla pudo sentenciar en una contra letal: Ejuke, el nigeriano endiablado, se plantó solo ante Herrera pero su chut se fue lamiendo el poste (min. 90+4). Gil Manzano, bajo presión, añadió más tensión con amarillas a Muñoz y Moncayola por Osasuna, y a Carmona por el Sevilla –que se perderá el próximo duelo ante el Girona por acumulación–. Al pitido final, el 1-0 se confirmó. El estadio estalló en aplausos; para muchos, fue una victoria de carácter más que de brillantez.
En el análisis post-partido, destaca la resiliencia sevillista. Vargas, con su gol, se erige como el héroe inesperado, mientras Nyland suma una portería a cero vital para su confianza. Almeyda, visiblemente aliviado, elogió: “Tres puntos de oro antes del parón. Ahora, a descansar y volver más fuertes”. Para Osasuna, el tropiezo duele: cinco tarjetas amarillas reflejan su frustración, y las bajas acumuladas (como la de Víctor Muñoz por lesión) lastran su ilusión. Moreno, cabizbajo, reconoció: “Merecimos más, pero el penalti nos mató. Hay que seguir peleando”.
Este triunfo inyecta oxígeno al Sevilla, que mira con optimismo el parón de selecciones y la visita al Girona en la jornada 13. Osasuna, en cambio, debe resetear rápido para recibir al Cádiz y evitar el abismo del descenso. En una liga tan igualada, ayer se vio que un detalle –un penalti bien lanzado– puede cambiarlo todo. El fútbol, caprichoso, nos regala estas lecciones en Nervión.