En un Santiago Bernabéu envuelto en un frenesí de cánticos y banderas, el Real Madrid y el FC Barcelona se enfrentaron en un Clásico que prometía chispas, con el liderato de LaLiga en juego y una atmósfera electrizante que solo un duelo entre estos titanes puede desatar. Desde horas antes, la marea blanca inundaba los alrededores del estadio, recibiendo al autobús madridista con un rugido que parecía capaz de derribar las murallas de la capital. Los aficionados, con el corazón en la garganta, coreaban himnos y agitaban bufandas, preparándose para un espectáculo que, como siempre, iba más allá del fútbol: era una batalla de orgullo, historia y ambición. Pero, bajo el brillo de los focos, el desenlace dejó un sabor agridulce, un recordatorio de que incluso en los grandes escenarios, la gloria puede ser esquiva.
El triste desenlace final
“Son todo pases atrás. Solo pases atrás” 👀
Las palabras de Vinicius a Lamine Yamal 🧐#LALIGAenDAZN ⚽ pic.twitter.com/ZIRRSfVBHH
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“Vini, no entres” 🔊
El diálogo entre el cuarto árbitro y Vinicius al final de ELCLÁSICO #LALIGAenDAZN ⚽ pic.twitter.com/89sPvaHiqB
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El momento en el que Raphinha apareció en escena 🎥#LALIGAenDAZN ⚽ pic.twitter.com/z1dpAlZpI4
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"CABEZA" 🧠
Xabi Alonso pidió tranquilidad en plena euforia madridista #LALIGAenDAZN ⚽ pic.twitter.com/ry5mW2oTgf
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Xabi Alonso, en su estreno como técnico madridista en un Clásico, optó por un planteamiento táctico que priorizaba músculo y solidez. En el centro del campo, alineó a Camavinga junto a Tchouaméni, formando un doble pivote que prometía anular la creatividad culé, mientras desplazaba a Arda Güler a la banda derecha para aprovechar su visión y desborde. En defensa, arriesgó con el regreso de Huijsen, recién recuperado de una lesión, para acompañar a Militao en el eje central. El resto de la alineación no sorprendió: Courtois bajo los palos, Valverde y Carreras en los laterales, Bellingham como cerebro ofensivo, Vinicius en la izquierda como un puñal afilado y Mbappé liderando el ataque con su velocidad endiablada. En el banquillo, nombres como Rodrygo y Carvajal esperaban su momento para cambiar el rumbo del partido. Por el lado del Barcelona, Hansi Flick respondió con un once competitivo: Szczesny en portería, una zaga formada por Koundé, Eric García, Cubarsí y Balde, un mediocampo con Pedri, De Jong y Fermín, y en ataque, la velocidad de Rashford, la promesa de Lamine Yamal y la experiencia de Ferran Torres.
El partido arrancó bajo un tifo monumental que cubrió cada rincón del Bernabéu, con el himno de La Décima resonando como un trueno. Pero apenas el balón comenzó a rodar, la polémica se adueñó del césped. En el minuto 2, Vinicius, con su electricidad habitual, se coló por la banda izquierda, recortó hacia dentro y, justo cuando preparaba el disparo, Lamine Yamal, en un intento desesperado por frenarlo, interpuso el pie. El árbitro, Soto Grado, señaló penalti sin dudar, desatando la euforia madridista. Sin embargo, desde la sala VAR, Iglesias Villanueva pidió revisar la jugada. Tras unos minutos de tensión, con el estadio conteniendo el aliento, Soto Grado anuló la pena máxima, considerando que el contacto no era suficiente. Los aficionados blancos estallaron en protestas, pero el juego continuó, con el Real Madrid decidido a imponer su ritmo.
La intensidad no decayó. A los 12 minutos, tras una recuperación de Güler en el mediocampo, Mbappé desató un latigazo desde la frontal del área que se coló como un misil en la red. El Bernabéu explotó, pero la alegría duró poco: el VAR intervino nuevamente, anulando el gol por un fuera de juego milimétrico del francés. La decisión, tan ajustada que parecía sacada de un laboratorio, desató murmullos de incredulidad entre los madridistas. “Si eso es fuera de juego, entonces el fútbol es un juego de microscopios”, se quejó un aficionado en X, resumiendo el sentir general. Pero el Madrid no se rindió. En el minuto 22, Bellingham, con esa mezcla de elegancia y potencia que lo define, filtró un pase perfecto al espacio para Mbappé, quien esta vez definió con frialdad ante Szczesny. El gol, limpio y sin discusión, desató la locura en las gradas. El Real Madrid dominaba, con Huijsen rozando el segundo con un cabezazo que el portero polaco desvió con una parada de otro planeta, y Mbappé probando de nuevo con un disparo que Szczesny, convertido en un muro, volvió a neutralizar.
El Barcelona, sin embargo, no estaba dispuesto a ser un mero espectador. Poco a poco, los culés comenzaron a encontrar grietas en la defensa blanca. Ferran Torres avisó con un disparo que Courtois despejó con reflejos felinos, pero en el minuto 38, el empate llegó como un jarro de agua fría. Una pérdida de Güler cerca del área –un error que el joven turco pagaría caro– permitió a Rashford lanzar un pase quirúrgico que Fermín, con la calma de un veterano, convirtió en gol. El 1-1 silenció momentáneamente al Bernabéu, exponiendo las primeras fisuras en el plan de Alonso. Los madridistas, sin embargo, reaccionaron con furia. A los 43 minutos, Vinicius, en una jugada que mareó a De Jong y Koundé, sirvió un centro que Militao cabeceó al área pequeña, dejando el balón a merced de Bellingham, quien solo tuvo que empujarlo. El 2-1 devolvió el mando al Madrid, aunque un tercer gol, nuevamente de Mbappé tras una jugada coral espectacular, fue anulado por un fuera de juego claro. Szczesny, una vez más, fue clave al tapar el disparo inicial de Bellingham.
La segunda mitad comenzó con el Barcelona intentando tomar el control. Fermín, envalentonado, probó a Courtois con un disparo suave que el belga atrapó sin problemas. Pero la controversia volvió en el minuto 50, cuando Bellingham, tras una galopada por la derecha, intentó un centro que Eric García bloqueó con la mano tras un rebote. Soto Grado no vio nada punible, pero el VAR insistió. Tras la revisión, el penalti fue señalado, y Mbappé, con la presión del mundo sobre sus hombros, asumió la responsabilidad. Sin embargo, Szczesny, leyendo su intención como si tuviera un mapa de su mente, detuvo el disparo, desatando la euforia en la hinchada culé. En la jugada siguiente, Fermín tuvo el empate en sus botas, pero su disparo, demasiado centrado, fue un regalo para Courtois. “Este partido es un carrusel emocional”, tuiteó un usuario en X, y no exageraba.
El ritmo del encuentro bajó, con el Barcelona controlando la posesión y el Madrid esperando su momento. Alonso, viendo que el partido se le escapaba, movió sus piezas: en el minuto 65, Brahim reemplazó a un Güler apagado, y el hispano-marroquí casi marca en su primera acción, asistiendo a Bellingham en un gol que, nuevamente, fue anulado por fuera de juego. En el 72, Vinicius, visiblemente frustrado, dejó el campo por Rodrygo, mientras Carvajal entró por Valverde. Flick, por su parte, refrescó su equipo con Casadó, Araujo y Roony, pero el Madrid ya había cerrado filas. En los minutos finales, Rodrygo y Mbappé tuvieron oportunidades de sentenciar, pero el marcador no se movió. Cuando Soto Grado pitó el final, el 2-1 dio al Real Madrid tres puntos vitales, ampliando su ventaja a cinco puntos sobre el Barcelona en la cima de LaLiga.
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