
El Espanyol recibe este lunes al Mallorca y no es un partido alguno. Sí, son solo tres puntos, pero la sensación es que este choque puede ser una especie de examen para entender si el equipo está preparado para algo más que luchar por salvarse o si toca rebajar un poco la euforia de este arranque.
La plantilla se ha movido mucho este verano. Han llegado players premeditados a elevar el nivel y a dotar de fondo de armario a la plantilla, algo que se echaba en falta en anteriores temporadas, y que están aportando cosas. Manolo González tiene ahora el reto de darles forma como conjunto y conseguir que el equipo tenga una identidad clara.
El míster, eso sí, siempre y en todo momento ha querido quitar presión. Ha repetido que lo importante es “trabajo y humildad”, nada de jurar posiciones en la tabla. Pero cualquier persona que haya visto los tres primeros partidos sabe que hay motivos para ilusionarse.
En el hogar , el equipo ha respondido bien y eso es clave. El RCDE Stadium volvió a sonar como en los días buenos y los jugadores lo notan. Transformar el campo en un fortín es básico si enserio se desea mirar mucho más arriba. Contra el Mallorca, la afición tiene otra ocasión de mover y de hacer que el rival lo pase mal.
El duelo contra los baleares es, en este sentido, una genuina piedra de toque, la prueba del algodón. No vale solo con arrancar bien: si el Espanyol desea enserio competir por algo más , tiene que probar que sabe conducir la presión, que puede ser regular y que no se cae en los instantes de exigencia.
Ganar este lunes sería mucho más que otra victoria. Sería una señal clara de que el proyecto tiene unas bases sólidas, de que el vestuario se lo cree y de que la afición puede proseguir soñando con algo bonito.